Los redactores de la revista me propusieron escribir sobre las diferencias entre la literatura argentina y la polaca, pero… ¡cuán fácil esta tarea! Si hasta las estaciones del año se distribuyen al revés. Un reto mayor –y más emocionante– es escribir sobre los parecidos. Entonces:
- Un muerto en el ropero: en el siglo XXI, las historias que urgen contarse son, finalmente, las de un vergonzoso secreto familiar. Resulta, pues, que el armario del salón no guarda a los ilustres antepasados, ni siquiera a los sujetos pasivos de la historia, sino a un padre colaborador de la junta o a una abuela que entregaba a los judíos.
- Por otra parte, se narran con asiduidad los traumas familiares: la condición de ser o sentirse víctima, dicen las dos literaturas, se hereda, y el patrón hereditario es menos complejo que el del color de ojos. Es siempre gen dominante.
- Dondequiera que se mire, se asoma el horror: los fantasmas del pasado (que no cupieron en los armarios) pueblan las calles de las ciudades y, por si esto fuera poco, los siguen los zombies, los muertos-vivos, víctimas de un sistema capitalista que lo engulle todo y solo escupe a los losers.
- En polaco, existe un dicho que pregona la silenciosa indolencia de los niños: “Ni los chicos ni las peces tienen voz” (¿existirá en argentino? No lo encontré). Nada más erróneo: los niños susurran, berrean, gritan o, todo lo contrario, adoptan la pedante y artificial voz de los mayores. Pero no se dejen engañar: sea como fuere, con su inocente e ingenua vocecita, los menores denuncian con toda severidad la estupidez de los adultos.
- En otro orden de las cosas: ¿saben que los argentinos y los polacos leen la misma cantidad de libros por año? Y no, no encabezamos la lista. Leemos 1,6 libros anuales.
- Gombrowicz. ¿Podría faltar? Es un parecido y una diferencia a la vez (estaría muy contento, supongo). Parecido, porque vivió en la Argentina más de veinte años y la llamó su patria. Diferencia, porque Wikipedia dice “novelista polaco”.
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Ewa Kobyłecka-Piwońska (Polonia). Doctora, profesora asistente en el Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Lodz. Sus intereses de investigación se centran en la prosa latinoamericana contemporánea, en particular argentina y peruana; es autora de la obra El tiempo en la novelística de Mario Vargas Llosa.